2h 05m
5,5/10
El fenómeno John Wick nació de una premisa tan sencilla como efectiva: un hombre, un perro, una venganza. Lo que parecía una película de acción modesta se convirtió en un clásico moderno, ejecutado con una precisión milimétrica y mucho cariño. Con el paso del tiempo, ese café corto y fuerte se ha ido transformando en un universo cada vez más diluido, con series como El Continental y ahora Ballerina, un spin-off protagonizado por Ana de Armas. El problema es que, cuanto más se expande el mundo Wick, más corre el riesgo de perder aquello que lo hacía especial. Ese café corto pero intenso, se está empezando a diluir, y aunque Ballerina no es una mala película, se nota que ya no es la calidad de la saga principal de John Wick
En Ballerina seguimos la historia de Eve, una asesina entrenada por la Ruska Roma que busca venganza tras el asesinato de su padre. El planteamiento es canónico dentro del género: motivación personal, un pasado traumático y un viaje a través del violento submundo de la Alta Mesa y El Continental.
El gran atractivo aquí es Ana de Armas, que tras demostrar su físico y carisma en Sin tiempo para morir, asume el reto de convertirse en los que muchos llaman erroneamente la “versión femenina” de John Wick. Aunque su personaje carece de la aura magnética que Reeves aportaba casi sin hablar, la actriz consigue sostener la película con energía, vulnerabilidad y entrega. Su presencia es, sin duda, lo más sólido de este spin-off.
El gran problema de Ballerina es que se mueve demasiado cerca de la fórmula sin añadir nada verdaderamente nuevo. Sí, encontramos guiños a la saga: la Ruska Roma, El Continental, personajes como Winston (Ian McShane), The Director (Anjelica Huston) o incluso el propio John Wick, que aparece para reforzar la conexión. Pero la narrativa abusa de clichés, las motivaciones se sienten forzadas y el guion intenta dotar de solemnidad a algo que, en esencia, es una historia de venganza bastante plana.
En lo visual, Len Wiseman cumple replicando la estética de Stahelski: neones, combates estilizados y coreografías donde las armas blancas y de fuego se alternan con escenas espectaculares. Sin embargo, muchas secuencias carecen de la creatividad y el virtuosismo que hicieron icónica a la saga original. Hay destellos brillantes en el tercer acto —como una pelea con platos, otra con lanzallamas y un uso creativo de los zapatos de patinaje—, pero llegan tarde, cuando el interés ya se ha resentido y la película se te ha empezado a ser larga.
La película arranca con un prólogo torpe y un desarrollo irregular que amenaza con aburrir a los espectadores menos pacientes. El ritmo se siente descompensado: largos tramos de exposición seguidos de acción rutinaria, sin la tensión ni el magnetismo que caracterizaban a John Wick.
Lo que impide que Ballerina caiga en el tedio absoluto es precisamente Ana de Armas, que dota de frescura a un guion mecánico, y algunas set-pieces finales que recuperan —aunque tarde— la energía de la saga. Para los más fans, puede ser un entretenimiento aceptable. Para los demás, será difícil evitar la sensación de déjà vu.
Si eres fan del universo John Wick y disfrutas de ampliaciones del lore aunque resulten más formales que originales, seguramente disfrutes Ballerina. La película apuesta por la acción estilizada, donde la coreografía y el diseño de set pesan más que la trama, y se apoya en el carisma físico de Ana de Armas como protagonista. No ofrece un drama psicológico profundo ni giros narrativos complejos, pero sí entretenimiento directo, adrenalina visual y secuencias bien resueltas.