Recientemente ha terminado El Gran Guerrero (Chief of War), un drama histórico con grandes tintes épicos centrado en la unificación de Hawaii en el siglo XVIII producido por Jason Momoa y que podemos ver en Apple TV. Seguimos los pasos de Ka’iana, un temible estratega militar, que se ve envuelto en un conflicto que pretende desestabilizar el status quo de los diferentes reinos que conforman el archipiélago de Hawaii en un periodo muy convulso de su historia.
Aunque ha pasado algo desapercibida, te aseguramos que va a dar mucho de qué hablar, ¿es tan buena como parece? La respuesta está clara SÍ.
Jason Momoa es un actor de acción que nos tiene acostumbrados a interpretaciones de tipos duros con mirada desafiante y que se abren paso ante cualquiera (algo que en esta serie no cambia tampoco); pero también es sabido que detrás de cámaras, es un amante de su tierra y la cultura que representa.
Lo que se ha conseguido con esta serie, ha sido mostrar un fiel reflejo de la sociedad de la época. En el 80% de la serie, los actores están hablando en hawaiano, vemos como era su día a día y entendemos cómo los dioses a los que veneran están influidos directamente con el entorno natural en el que viven. El reparto principal cuenta con numerosos personajes interpretados por locales que aportan un realismo histórico, que nos recuerda al de otras producciones de altura como fue el Apocalypto (2006) de Mel Gibson o a la recién aclamada Shogun (2024).
Las islas se sienten y se viven como un espacio más gracias a la fotografía y al diseño de producción que hacen de cada episodio un espectáculo sin igual. La serie muestra todo el esplendor al grabar en su mayor parte en entornos reales, aunque estemos viendo una pelea brutal entre diferentes guerreros, el paisaje ayuda a resaltar la épica, haciéndose notar como un protagonista más, es como si a veces observáramos desde los ojos de sus dioses.
El resto de la producción demuestra que no asistimos a un ejercicio normal de hacer un producto televisivo más. Los escenarios, la arquitectura, el vestuario y el atrezzo, todo conforma un conglomerado artístico que acompaña a la épica gran escala de lo que vemos.
La música de Hans Zimmer y James Everingham asientan una atmósfera epopéyica y temporal. Aunque por momentos nos evoque a los sonidos de Arrakis en Dune; los cánticos, coros y tambores que resuenan en cada secuencia nos mantiene dentro de la trama.
No solo la belleza natural de Hawaii se muestra en su mayor esplendor, sino que asistimos a un periodo histórico muy convulso, donde la lucha por el poder desemboca en tribulaciones, traiciones y batallas viscerales. Cuando estalla la acción, es cuando nos deleitamos en un ejercicio de coreografías sangrientas que no tienen nada que envidiar a las de otras superproducciones televisivas.
No podemos decir que todo es perfecto en esta serie. Sobre la mitad de la serie, nuestro protagonista y su camino quedan opacados por una breve etapa de viajes hacia otras partes del mundo y el foco de atención pasa a dirigirse hacia otros personajes secundarios que vemos cobrar protagonismo. Aquí se nota que la trama se resiente y es que a la mínima que salimos del archipiélago y su política, el interés decae; que por suerte no tardamos mucho en volver.
El Gran Guerrero trata temas muy humanos como el cariño y el respeto por la naturaleza, la familia y la religión; pero tampoco esconde la cara más salvaje y animal de nuestra sociedad; en la que los civiles sufren por causa de los conflictos territoriales.