2h 12m
Este mes ha llegado a los cines, de manera muy silenciosa, la nueva colaboración de Alex Garland y A24, junto con el veterano de guerra Ray Mendoza. Una propuesta bélica que resuena en el espectador y te dejará pensando tras verla, así que podemos decir que Warfare merece mucho la pena; pero atentos porque quizás no es lo que esperáis.
Warfare está basada en las experiencias reales y los recuerdos de un grupo de Navy Seals estadounidenses durante la Guerra de Irak. Durante la película seguimos a un equipo de jóvenes soldados en una misión de vigilancia que acaba siendo una experiencia traumática en todos los sentidos.
El largometraje no hace concesiones a la hora de representar la crudeza de la guerra y el terror que produce enfrentar una realidad tan mortífera como visceral. Garland, que ya venía de coquetear con elementos bélicos en una espectacular Civil War, sabe cómo disponer los elementos necesarios para tener al espectador en una situación incómoda y vulnerable. En Warfare, vemos y sentimos todo el proceso de trauma a través de unos jóvenes soldados que enfrentan el peligro de una muerte que parece casi inminente.
La escalada de tensión es constante desde los primeros minutos y solamente podemos soltar un suspiro de alivio cuando los títulos de créditos empiezan a aparecer en la pantalla. Que junto a Garland esté dirigiendo Ray Mendoza, uno de los auténticos soldados, no solamente aporta un detallismo minucioso a las maniobras y diversos elementos militares, sino que hace ahondar en una perspectiva psicológica tan dura y extenuante como impotente.
No vamos a andarnos por las ramas, las actuaciones del reparto son espectaculares y no es para menos, en Warfare destacan: D’Pharaoh Woon-A-Tai como el propio Ray Mendoza, Will Poulter, Joseph Quinn, Michael Gandolfini o Cosmo Jarvis, entre otros. El reparto consigue gestionar esa carga dramática y transmitir una desesperación que Garland ha sabido captar en su lente, emociones que en el cine bélico suelen quedar opacados por los gritos, los tiroteos y la acción.
Todo en esta película está hecho para poner al espectador contra las cuerdas, en una situación tan desesperada y claustrofóbica como la lluvia de fuego incesante que viven los protagonistas. Los elementos sonoros y visuales pueden aparentar tener un cierto atractivo visual, pero cuando empezamos a ver el primer cadáver y los primeros heridos en la pantalla todo queda eclipsado bajo un manto negro de realidad incómoda.
El dolor, la desesperación, la inquietud, los bloqueos emocionales y los errores que preceden, consiguen disipar cualquier idealización del frente. Esta película es un ejercicio bestialmente acertado de cine antibélico en todos sus sentidos. Podemos ver algún «pero» en su cierre en créditos, donde se hace un reconocimiento y homenaje a los verdaderos protagonistas de esta historia, pero en un formato lleno de fotografías pixeladas y vídeos del rodaje, que consiguen romper la atmósfera que se había creado.
En resumen, Warfare cuenta una historia real que hemos visto en muchas ocasiones, pero llega como un soplo de aire fresco y en un momento donde es fácilmente identificable en el contexto mundial actual. Buenos elementos técnicos, un reparto de altura y una dirección impecable. Este filme consigue resonar en el espectador como una sesión de terapia regresiva, donde deshacemos los diversos engranajes que conforman un trauma muy complejo.
Si disfrutas del cine bélico y buscas una opción realista y dramática, esta es tu película. También si eres una persona que está pensando entrar en el ejército, puede interesarte el hecho de ver cómo los soldados acaban lidiando con situaciones extremas que pueden desencadenar en trastorno por estrés postraumático.
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