Crítica El último viaje del Demeter

El entorno hostil del mar embravecido, la presencia maligna y sobrenatural de una criatura demoníaca que acecha en la oscuridad y termina por convertir en monstruos a los tripulantes que no terminan de morir. Ver como la bravuconería  se pierde ante el terror y los personajes tienen que sacar el arrojo necesario para sobrevivir, hacen que la travesía del Demeter sea a ratos estremecedora. La película consigue lo que propone: entretener con creces. Se traza un buen ritmo de tensión durante todo el tiempo, el buen uso de la sangre en los momentos en los se producen cruentos ataques y la aparición de la criatura con un diseño que cambia y crece cuanto más se alimenta.

Hay buenas actuaciones, se consigue empatizar con los personajes y no se respira ninguna sensación de plot armor entre ellos, lo que permite que no esperemos cómo se va a desenvolver todo (aunque para los que conozcan la obra original sí puede que esperen cómo termina la historia). Estamos ante una película creativa, efectiva en su cuerpo y forma: una ambientación conseguida con momentos de terror clásico y sin abusar de jumpscares o sobresaltos. En definitiva, es una película palomitera muy recomendada para pasar un buen rato acompañado o en solitario.