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Crítica La Matanza de Texas

Duración

1h 23m

Calificación

10/10

¿Es buena La Matanza de Texas?

Sí, no estamos ante un estreno reciente, sino ante un homenaje y es que La Matanza de Texas ha cumplido 50 años desde su salida a la pantalla grande. Puede que la hayas visto, puede que te hayas topado con alguna de sus secuelas/remakes o simplemente creas que no te hace falta verla porque te han contado de qué va; pero creednos, si no la habéis visto, ya podéis cortar la reseña aquí y verla sin excepción.

The Texas Chainsaw Massacre o La Matanza de Texas es una de esas películas de las que queda grabada en la retina, desde su escabroso título en su póster, a su secuencia inicial de planos detalles de formas cadavéricas lanzados por una cámara con su perturbador “aguijón”, pasando antes por su rótulo informativo en el que nos advierten (falsamente) de que estamos por ver una historia basada en hechos reales; ya nuestro cuerpo y mente se ponen en situación de alarma y preparados para anticiparnos al posible horror que podamos presenciar.

Descenso a la locura

Estamos en el año 1973 y un joven cineasta texano de 30 años llamado Tobe Hooper, pretende dar un salto a su carrera profesional a través de una cinta de terror. Este joven que tenía bastante experiencia rodando documentales estaba un día agobiado entre tanta gente en una tienda y se imaginó que se abría paso entre la multitud con una motosierra mecánica. Esta idea intrusiva, junto al conocimiento de la historia real de Ed Gein (asesino estadounidense que llegó a “decorar” su casa con utensilios y muebles hechos con restos humanos que sacaba del cementerio), fueron el germen que daría fruto del horror para su segundo largometraje que estaba por llegar. 

Antes de seguir, una breve sinopsis: La Matanza de Texas cuenta la historia de un grupo de jóvenes hippies que se dispone a pasar una noche de verano en una casa familiar en Texas, pero por el camino se toparán con los horrores que habitan en una casa cercana y aislada, donde se desatará una pesadilla para todos ellos.

Hooper tenía un buen círculo cercano de amigos universitarios de Austin y contactos locales con los cuales se bastó para desarrollar la preproducción y armar el modesto presupuesto. La creación de la película fue tan dura y extenuante como la historia que vemos en pantalla. Durante su producción y ante la escasez de recursos, no quedó más remedio que tirar de creatividad y talento personal de cada amigo involucrado en el proyecto. También acabarían rebasando límites que hoy en día serían inviables en una producción mínimamente controlada. Durante 32 días, el elenco de actores (en su mayoría jóvenes sin experiencia) y el equipo técnico, estuvieron sometiéndose a largas jornadas de grabación a casi 40 grados en un paisaje rural, junto al hedor de cadáveres de animales (y uno humano) reales, suciedad en la vestimenta (la cual no lavaron por falta prendas similares y por miedo a que se estropeara), así como tampoco faltaron golpes y cortes dentro de cámara que llevaron hasta la extenuación a sus integrantes. 

Su post-producción no fue para menos, duró un año, se quedaron sin presupuesto a mitad del proceso y tuvieron que terminar el montaje en casa del propio Tobe Hooper. Fue allí donde desarrollaron los sonidos tan característicos de la película y se filtraría todo el metraje según la visión del director y los artistas que le acompañaban. 

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Gunnar Hansen encarnando a Leatherface junto a William Vail.

Terror en su máximo potencial

Su estreno fue un éxito sin precedentes. Las críticas alababan la película como un filme original, realmente terrorífico y perturbador; también aparecieron detractores que la tachaban de infame, sádica y que podía atentar contra la cordura del público general. Las críticas y el mensaje de marketing anunciando de que la película estaba basada en hechos reales aumentó la cantidad de espectadores que no dejó de crecer; hubo mareos, personas que abandonaban la sala afectados por la película. La sugestión hizo poder en muchas personas que la vieron y el boca a boca influyó aún más en aumentar el impacto de la película, la gente salía aterrada, diciendo que habían visto desmembramientos, sangre a borbotones y evisceraciones, cuando realmente en el metraje final apenas hay nada de eso. 

Ese es uno de los principales factores del éxito de la película, todos los elementos de dirección, montaje y sonido llevan al espectador a una experiencia única. Su tratamiento de la locura y la violencia sin sensibilidad pero tampoco sin ser realmente explícito en lo que vemos. Hooper sabe cómo manejar la tensión, sabe cómo horrorizar y jugar con la imagen mental que nuestro cerebro intenta rellenar. Un claro ejemplo lo tenemos en el personaje de Pam, la cual nos muestran con una camiseta que lleva la espalda al descubierto, la cual cuando se acerca a un gancho de colgar carne afilado, gracias a un juego magistral de dirección y planos, termina siendo nuestro cerebro el que rellena el vacío de la acción con imaginación (pese a que el metraje no te lo muestra directamente). Y es que sorprendentemente en La Matanza de Texas apenas vemos sangre, no hay desmembramientos, no hay gore; hay un trabajo de creatividad experimental y una atmósfera creada para llevarnos a un descenso a la locura, que irónicamente no deja de escalar en tensión.

Es decir, no sabes cuándo va a suceder el terror, no esperas cómo, no sabes si alguien sobrevivirá y no te imaginas hacia dónde va a terminar todo; durante 1h hora y 20 que dura la película, vamos a asistir a un ejercicio de horror bestial.

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El islandés Gunnar Hansen encarnando al legendario Leatherface.

Cine independiente, pionero y de impacto

La Matanza de Texas sentó varios precedentes de lo que sería el subgénero de terror conocido como slasher; con elementos tan característicos como son: un grupo de jóvenes despreocupados, que están en un entorno aislado y son víctimas de un psicópata que busca asesinarlos, dejando una final girl como superviviente contra el monstruo. Aunque su influencia se extiende más allá del género o la recepción, estamos ante una película prácticamente perfecta, un reflejo de lo que es el cine con mayúsculas: contar a través de imágenes y sonido, generar una experiencia real al espectador a través de sensaciones, una inmersión directa a lo que habita en la pantalla

También es una masterclass para todo aprendiz de cine y ejemplo soberbio de lo que es el cine independiente, su falta de recursos no solo fue una limitación a nivel artístico, sino que al mismo tiempo fue una ayuda tanto para sacar todo el carácter creativo del equipo, como para generar esa ambientación que relatamos antes en su rodaje infernal. De la influencia del filme han dado testimonio otros artistas como Stephen King, Ridley Scott, Quentin Tarantino, Wes Craven, Rob Zombie o Guillermo del Toro; el Museo de Arte Moderno de Nueva York incluyó una copia entre su colección permanente y la revista Empire la incluyó entre las 200 mejores películas de la historia.

En este largometraje no hay un solo engranaje mal engrasado, todas las piezas conforman un puzzle tan maquiavélico y afilado como la sierra de Leatherface. La dirección magistral de Tobe Hooper, las actuaciones de todos los miembros de la familia Sawyer y en especial de la scream-queen por excelencia Marilyn Burns, que nos lleva hasta la extenuación. Una fotografía impecable y experimental, influida por esa experiencia en rodar documentales de Hooper que hace que todo sea más realista, con esas sacudidas y movimientos de cámara en mano, planos centrados en la búsqueda de acción/reacción y ese grano y color tan característico. La creatividad perturbadora del atrezzo, los maquillajes, efectos de sonido y música son piezas claves para crear un ambiente enfermizo e impactante. Nosotros como espectadores seguimos a un grupo de jóvenes que entiendes que algo malo les va a suceder porque crees saber cómo funciona el cine de terror al uso, pero al poco que te adentras sabes que esto es diferente. 

En definitiva, La Matanza de Texas ha sido y siempre será uno de los mayores exponentes del cine de terror, del cine independiente y del séptimo arte en general, una experiencia única, merecedora del éxito y reconocimiento que tiene como película de culto

 

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Te puede interesar si te gustan las experiencias fuertes, si estás cogiendo el gusto a eso del slasher, si te interesa saber sobre principios de la realización de cine o simplemente si tú y tus amigos queréis ver una película de terror inolvidable para pasar un rato.

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Pesadilla en Elm Street (1984) de Wes Craven. Otro clásico dentro del slasher icónico 80, aunque creemos que La Matanza de Texas es el mejor protoslasher, el largometraje que nos introdujo a Freddy Krueger es el más divertido y ameno para disfrutar con amigos, lleno de creatividad y momentos que te harán volar la cabeza.

Las colinas tienen ojos (2006) de Alexandre Aja. Remake violento y brutal de la original de Wes Craven, terror aislado y desértico, donde una familia es asolada por otra familia muy peculiar y perturbada.

X (2022) de Ti West . Terror moderno inspirado en La Matanza de Texas, un equipo de jóvenes actores porno van a grabar una película en una cabaña de una granja de una familia más que peculiar. Intención creativa, buenas actuaciones y una ejecución casi perfecta.