Las miniseries de suspense tienen un encanto especial: compactas, intensas y pensadas para ser devoradas en pocos días. Netflix lo sabe bien, y su estreno del 18 de septiembre de 2025, Black Rabbit, llega con la promesa de una historia oscura de familia, crimen y negocios en Nueva York. Con solo seis episodios, se presenta como esa clase de thriller que atrapa por su ambientación y sus personajes al límite.
¿Merece la pena? Sí, sobre todo si buscas una serie con tensión sostenida, interpretaciones potentes y una atmósfera cargada de dilemas morales. Black Rabbit no es redonda, pero ofrece lo suficiente como para mantenerte enganchado hasta el final.
Lo bueno:
Lo malo:
Ritmo irregular: aunque la serie arranca con fuerza, en el tramo central se alarga demasiado y pierde parte de la tensión inicial.
Más envoltorio que sustancia: la producción luce impecable, pero en ocasiones parece priorizar la estética sobre la solidez de la historia.
Final un poco previsible: el clímax cumple, pero no sorprende tanto como prometía en sus primeros episodios.
La serie nos presenta a los hermanos Jake (Law) y Vince Friedkin (Bateman), dueños del restaurante Black Rabbit, un referente en Nueva York. Con la vuelta de Vince tras años de caos personal, resurgen viejos secretos familiares y deudas con la mafia local que amenazan con destruir no solo el negocio, sino también sus vidas.
Contada a través de flashbacks que se entrelazan con la narración presente, Black Rabbit construye un puzzle emocional y criminal donde nada es lo que parece. La primera mitad engancha gracias a la tensión y a los choques entre los personajes, mientras que la segunda parte pierde algo de fuerza al estirar sus conflictos. Sin embargo, el sexto episodio retoma el pulso con un clímax que deja huella.
El ritmo de Black Rabbit oscila entre la calma tensa y estallidos de violencia. Es una serie que se cuece a fuego lento, más centrada en los diálogos cargados de reproches y silencios incómodos que en la acción pura. Esto puede hacer que algunos espectadores la encuentren lenta, pero si entras en su atmósfera turbia, la experiencia resulta absorbente.
La música, discreta pero efectiva, refuerza la tensión sin robar protagonismo a la interpretación. Y la fotografía oscura, cercana al estilo de Ozark, acentúa la sensación de que estamos ante una historia donde el éxito es solo una fachada para ocultar la podredumbre.
Esta miniserie es ideal para quienes disfrutan de thrillers familiares con tensión psicológica, atmósferas cargadas y protagonistas atrapados en dilemas morales. Si buscas acción constante, puede que se te haga lenta; pero si te atraen las historias de secretos, traiciones y personajes grises, merece la pena darle una oportunidad.