Sí, y mucho más que eso: es una obra que demuestra que Giorgio Lanthimos sabe adaptarse a los tiempos que corren. Basada en la cinta surcoreana Save the Green Planet! (2003), Bugonia reinterpreta su premisa bajo una mirada profundamente actual.
Donde el original exploraba los traumas políticos de Corea del Sur, Lanthimos traslada la historia a un presente dominado por la desconfianza hacia las corporaciones, la paranoia digital y la pérdida de fe en las instituciones. Es una película absolutamente moderna, inquietante y necesaria.
Vimos Bugonia en el Festival de Sitges 2025, y sin duda es una de las propuestas más potentes y provocadoras del año: una sátira política disfrazada de thriller psicológico, que merece ser vista y debatida.
Bugonia comienza como una historia absurda más propia de una película chorra de hace 10 años: dos conspiranoicos secuestran a una poderosa ejecutiva convencidos de que es una extraterrestre que planea destruir la Tierra. Lo que suena a comedia barata pronto se transforma en un estudio inquietante sobre la locura, el poder y la verdad.
La película se estructura claramente en tres actos:
El resultado es una montaña rusa emocional que pasa del absurdo a la desesperación con una naturalidad desconcertante.
Aun así, la combinación de actuaciones, atmósfera y discurso político la eleva por encima de sus debilidades.
Lanthimos usa el secuestro como excusa para hablar del ruido ideológico de nuestro tiempo: Teddy (Plemons) encarna al ciudadano desorientado, perdido entre conspiraciones, teorías y miedos que se proyectan continuamente en internet. Michelle (Stone), en cambio, representa el poder económico que domina el mundo con sonrisa impecable y total falta de remordimientos.
El enfrentamiento entre ambos no trata de quién tiene razón, sino de cómo ambos viven atrapados en un sistema que los supera. Y es ahí donde Lanthimos brilla: mostrando la locura colectiva de una sociedad que ya no distingue verdad de ficción.
La película juega con nosotros sin parar haciéndonos bailar al son de lo que es verdad y lo que no, nos hace replantearnos si estamos haciendo bien dejándonos llevar por la paranoia de Teddy o por el contrario si lo correcto es sentir pena por la vulnerabilidad a la que nos lleva pensar Michelle, y eso es un puntazo por parte del director, y todo para llevarnos a ese final…
El final —sin spoilers— no dejará indiferente a nadie. Habrá quien lo ame y habrá quien piense que Lanthimos se pasa de rosca, pero precisamente en ese exceso reside su genio. Bugonia incomoda, perturba y fascina a partes iguales.