1h 50m
Hay películas que uno ve sabiendo perfectamente lo que va a recibir: tiros, justicia poética y un protagonista con más carisma que líneas de diálogo. La saga The Equalizer siempre ha sido eso: una fantasía de venganza justificada con una moral de andar por casa. Y la tercera entrega no rompe precisamente esa fórmula. Al contrario: la exprime hasta dejarla seca.
En esta tercera (y supuesta última) parte, Robert McCall cambia Boston por un pintoresco pueblito italiano y se pregunta si, después de tantos cadáveres, aún hay redención posible. La respuesta, por si alguien tenía dudas, llega en forma de cabezas aplastadas y mafiosos mutilados. ¿Merece la pena verla? Sí, si sabes a lo que vas. Pero si esperabas una evolución real del personaje o algo más que una postal de violencia estilizada, probablemente te irás con la sensación de que esta trilogía merecía una despedida más… viva.
No es ningún secreto: sin Denzel Washington esta saga no existiría. Aquí vuelve a ponerse en la piel de McCall con su elegancia habitual, ese temple sereno que mezcla ternura y amenaza en una misma mirada. Y aunque el guion no le dé muchas oportunidades para desarrollar al personaje, su sola presencia basta para que uno siga mirando.
Hay algo de ternura en este McCall más vulnerable y reflexivo, como si ya estuviera cansado de tanta sangre. El problema es que la película no se atreve a explorar eso realmente, solo lo insinúa entre cuchilladas. Dakota Fanning, en un reencuentro con Denzel desde El fuego de la venganza, tiene una química decente con él, aunque su papel esté más cerca del trámite que del interés.
La primera media hora es lo mejor que tiene The Equalizer 3. Nos sitúan en un entorno nuevo, casi de fábula mediterránea, y se percibe cierta intención de calmar el ritmo, de mostrar a un McCall más introspectivo. Todo eso funciona. Incluso parece que la película quiere ser algo más que una orgía de violencia justiciera.
Pero conforme avanza la historia, todo se vuelve más formulaico. Aparecen los mafiosos de manual, las amenazas previsibles y los justicieros silenciosos que lo arreglan todo con cuchillos. Lo hemos visto antes. Y lo hemos visto mejor. El guion va en piloto automático y parece que ni siquiera pretende esconderlo.
Antoine Fuqua rueda con oficio. Nadie puede decir que The Equalizer 3 no sea una película visualmente cuidada. El uso de la luz natural, los planos del sur de Italia, el contraste entre belleza y brutalidad… todo eso está ahí. Y hay un par de secuencias de acción muy bien resueltas, secas, sin fuegos artificiales.
Pero el ritmo general es demasiado irregular. A veces la película se detiene tanto en mostrarte paisajes y silencios que se olvida de contar algo. En otras, atropella todo con violencia sin contexto. Y el resultado es una experiencia descompensada, a ratos muy entretenida, a ratos aburrida.
A los fans de la saga, sin duda. También a quienes disfruten del cine de acción pausado, con protagonistas silenciosos que reparten justicia a cuchillo limpio. Si te gusta ver a Denzel en modo zen-mortal mientras contemplas paisajes italianos, esto es para ti. Pero si buscas una historia con alma o un cierre memorable, mejor gestiona las expectativas.
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