Desde que The White Lotus llegó a HBO en 2021, redefinió las series de sátira social.
Con apenas seis episodios en su primera temporada, Mike White convirtió un resort de lujo en el escenario perfecto para desmenuzar, con humor ácido, la incomodidad, el clasismo y la hipocresía de la alta sociedad.
La segunda temporada no solo confirmó el fenómeno: lo amplificó.
Ambientada en Sicilia, elevó el nivel, ofreció una trama aún más enrevesada, y nos dejó escenas y personajes que ya son icónicos.
Y ahora, en esta tercera temporada —situada en un exclusivo resort de Tailandia—, The White Lotus mantiene gran parte de su encanto… aunque también evidencia que, quizá, el listón se había puesto demasiado alto.
Si en Hawái explorábamos el colonialismo y en Sicilia el sexo y el poder, en Tailandia Mike White se adentra en temas como la espiritualidad occidentalizada, la búsqueda de sentido, y los peligros del egoísmo disfrazado de autoconocimiento.
La estructura sigue siendo reconocible:
Pero aquí el ritmo es más pausado, la atmósfera más contemplativa.
La crítica social sigue presente, afilada como siempre, pero el humor negro cede un poco más de espacio al existencialismo y a la angustia interna de los personajes.
Un poco, sí.
No es que The White Lotus haya perdido su identidad. Sigue siendo inteligente, mordaz y bellísima a nivel visual. Pero, mientras que la primera y la segunda temporada casi iban «in crescendo», esta tercera se siente más dispersa en algunos momentos.
El ritmo —que nunca fue trepidante— aquí se ralentiza aún más. Hay episodios que avanzan con calma, casi como si nos invitaran a perdernos junto a los personajes en su vacío interior.
Eso sí: el guion sigue siendo brillante.
Los diálogos son afilados, incómodos y, en ocasiones, devastadores.
La fotografía vuelve a jugar magistralmente con los espacios abiertos para subrayar la soledad de los personajes.
Y la banda sonora —con esos coros perturbadores y esa música tribal deformada— es otra vez una absoluta maravilla.
Más allá de las tramas superficiales, The White Lotus temporada 3 nos plantea preguntas duras:
Tailandia no es solo un decorado. Es parte activa de la reflexión: un país rico en tradiciones espirituales, convertido aquí en un «producto» más para turistas que buscan redimirse a golpe de masaje o retiro de yoga.
Si disfrutaste del humor incómodo, la crítica social y el retrato despiadado de las dos primeras entregas, vas a encontrar mucho que saborear aquí.
Eso sí, tienes que tener paciencia: el viaje es más introspectivo, más pausado.
Si buscas acción o giros constantes, probablemente esta temporada te parezca más lenta de lo que esperabas.
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